martes, 13 de enero de 2009

COSAS DE ENCINASOLA (II).

LAS CORREDERITAS: UN RITUAL AMOROSO

Dice un refrán marocho:

Veinte de enero: San Sebastián Caballero
que saca las niñas a bailar y luego las mea.

El 20 de enero era el día en el que se iniciaban las correderitas: las niñas salían a bailar pero casi siempre llovía, San Sebastián las meaba que dice el refrán. En las esquinas y ensanches de calles y plazas, llegado el atardecer, se daban cita todos los jóvenes que formando un corro, cogidos de la mano, cantaban dulces y tiernas canciones de amor.

El hecho de que las correderitas comenzaran precisamente el 20 de Enero no parece casual. Este es el día de los Santos Mártires San Sebastián y Fabián, a cuyo honor está dedicada una ermita del pueblo, existiendo la costumbre de festejar el día de manera especial en numerosos pueblos extremeños próximos (Jerez de los Caballeros, Fregenal, Burguillos y Zafra, entre otros), en los que, tal como sucede en Encinasola, además de que se le dedica alguna ermita o iglesia, se conservan recuerdos de fiestas y romerías en su honor.

“Correderita” debe ser una evolución de corro, que es la forma de iniciar el ritual. También lo llamaban el “juego de la coliflor”. La expresión musical más característica, la primera canción que cantaban los marochos y marochas formando la rueda, era ésta:

A la correderita
me voy que vuelo;
porque me están llamando
con un pañuelo.
¡Y adiós, adiós!

Cantemos y bailemos,
muchachas mías:
que se nos va el antruejo
de la alegría.
¡Y adiós, adiós!

Amor mío, amor mío,
vuelve mañana:
que es muy larga la ausencia
de una semana.
¡Y adiós, adiós!

Anda vete, que es tarde,
moreno mío;
Dios sabe con la pena
que te lo digo.
¡Y adiós, adiós!.

En esta canción de cuatro estrofas, que se cantaban en este orden, nos encontramos alusiones muy concretas: la primera manifiesta el deseo y la prisa por marchar cuanto antes al lugar de reunión; la segunda se asoma a la forma alegre de entender las correderitas y la relaciona con el carnaval a través de la palabra “antruejo” (relativo a los tres días de las carnestolendas); la tercera, muestra el lamento de la mujer por la ausencia de la semana que los hombres permanecían en la Contienda sin venir al pueblo; y la última, la de la resignación, la pena amorosa. La música de esta canción, preciosa; su interpretación, lenta y pausada, como corresponde a las canciones de rueda que se cantan mientras se anda, sin dejar de girar.

La correderita era un ritual amoroso, pero también el inicio para la preparación del carnaval. En realidad, tal como se desarrollan las correderitas, de día en día, a medida que se acerca el Carnaval, iba apareciendo el tono satírico, creándose canciones que recogen los acontecimientos del último año, las pandillas abandonan su lugar habitual de reunión y se van desplazando de calle en calle, cantando y bailando; se forman las comparsas, las murgas... hasta desembocar en el Carnaval.

Otra de las canciones que se cantaba en las correderitas era esta:

Ya me he vuelto ceniza,
mi vida y mi bien;
cuerpo salado, déjate querer.
Ya me he vuelto ceniza,
ya peso menos;
que no, que no me dejes, no.

Ya peso menos,

desde que me miraron,
mi vida y mi bien;
cuerpo salado, déjate querer.
Desde que me miraron
tus ojos negros,
que no, que no me olvides, no.


Recuperar el ritual de las correderitas, rememorarlo, es otro reto para los que amamos las tradiciones heredadas de nuestros mayores.

1 comentario:

  1. Amigo Tómas te felicito por tu Blog, y por tus pinceladas,son muy amenas e interesantes.
    Saludos.

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